APARTADO 4
SUGERENCIAS
PARA LA CONDUCCIÓN EN LA ESCUELA
En todo
salón de clases existen niños o niñas que causan disturbios o que son difíciles
de manejar y no por ello se debe sacar a estos niños fuera de la clase o
cambiarlos a otros grupos, ya que con esto se le trasladaría el problema a otro
docente.
Un
procedimiento de este tipo permitirá que se agraven los problemas y no
ayudará al niño o niña a superarlos, aun así se debe intentar brindar
ayuda o solicitarla a otros maestros especialistas en dichos
problemas, al servicio de psicología, psicopedagogía, orientación o
trabajo social según sea el caso.
No hay niños
problema, sino niños con problemas, por lo que hay que orientarnos a procurar
su pronta recuperación y reinserción en las clases.
Hay dos grandes grupos de
problemas de conducta:
Problemas
por “exceso”, que vendrían a ser aquellos comportamientos que por su sola
presencia, su alta frecuencia o intensidad causan algún disturbio, son los que
más se observan y llaman la atención.
Dentro de
este tipo de problemas tenemos: la hiperactividad, la agresión, los
comportamientos disruptivos como llamar la atención, la desobediencia, la
discriminación, el ausentismo escolar, fraude, copias entre otros.
También aquí se consideran conductas de ansiedad, fobias y consumo de
drogas.
Problemas
por “déficit” o defecto que vendrían a ser aquellos comportamientos que por su
ausencia y/o baja frecuencia o intensidad causan algún disturbio, en muchas
ocasiones pasan desapercibidos porque son alumnos que “hacen poco ruido” y no
molestan tanto. Dentro de este tipo de problemas tenemos: retraimiento social,
mutismo o dificultad para comunicar, falta de motivación, la apatía y
depresión.
Recordar en
todo momento que los alumnos imitan el comportamiento de los adultos, por lo
que para conseguir un comportamiento adecuado, nosotros debemos ser un ejemplo
para él.
Concretar el
comportamiento: resumir lo que el alumno debería de hacer preferentemente en
términos positivos: “Céntrate en tu trabajo, acaba tus deberes y permanece en
tu sitio”. Dando estas instrucciones con voz firme y sosegada, poniendo un
“punto final” al concluir la frase.
Enseñar
soluciones alternativas a los conflictos: trabajar distintos tipos de
pensamiento (ponerse en el lugar del otro, consecuencias y causas de una
conducta), manteniendo charlas individuales con el alumno, conversando
tranquilamente y sobretodo tratando de establecer una relación cordial
sin intimidación (hora de tutoría, plan de acción tutorial).
Elogiar por
sus avances de manera concreta, adecuada e inmediata. Esto aumentará la
probabilidad de que esta conducta se interiorice y generalice.
En caso de
dar consecuencias / castigos a las conductas se deberá tener en
cuenta que:
Los castigos
/ consecuencias a que nos referimos aquí se tratan de las pérdidas de
refuerzos, como la pérdida del recreo, de gratificaciones, de actividades
preferidas.
Si se usa el
castigo demasiado a menudo, el alumno se habitúa y este deja de ser eficaz.
La
consecuencia debe darse tan pronto como sea posible después de la mala
conducta.
No hay que
amenazar con castigarlo y luego no seguir adelante, pues la próxima vez no nos
tomará en serio.
La falta de
consistencia y las amenazas vanas conducen / refuerzan la mala conducta y
se convierten finalmente en una dificultad mayor y en una resistencia al
cambio.
Entre los
reforzadores que podemos utilizar están los sociales (elogios, reconocimientos,
palmear un hombro, dar una pequeño abrazo o un cariño en la cabeza); los
materiales (juguetes, calcomanías, golosinas…); las actividades (más
tiempo para entregar un trabajo, para hacer deporte o regresar del recreo).
El refuerzo
puede emplearse con el resto de la clase, para afianzar conductas y actitudes
que se estén trabajando con el alumno.
Tener en
cuenta que el prestar atención a un alumno/a puede convertirse en un fuerte
reforzador. Debemos tener cuidado en el uso involuntario de algunos
reforzadores, como las reprimendas.
Un modo
eficaz de eliminar comportamientos específicos (malas miradas, hablar sin
permiso) es simplemente ignorarlos. Ignorar el comportamiento consiste en no
hacer mínimo caso a conductas que desagradan y al mismo tiempo prestar
atención y hacer comentarios de las conductas positivas que agradan, sobre todo
en compañeros cercanos al transgresor. Por ejemplo, si el chico habla sin
permiso en una clase, se le ignora totalmente y nos dirigimos a alguien
cercano a él diciéndole: “me gusta, Gonzalo, que estés en silencio cuando Ángel
nos explica sus ideas”
Tener en
cuenta la importancia de un ambiente relajado y tranquilo, ya que los entornos
tensos, alborotados y desestructurados aumentan la tensión del alumno.
Reflexionar sobre qué podemos hacer para tener un entorno de aula tranquilo y
relajado.
Una
propuesta innovadora es la que se sugiere en el artículo del enlace, donde la
educación en habilidades sociales y emocionales es el pilar fundamental para
evitar problemas mayores, ya sea de conducta en el aula o personales del propio
niño, como la baja autoestima, agresividad, depresión.
¿Qué podemos hacer?
Una de las bases para lograr que haya armonía en el
aula establecer reglas dentro de él. Habrá dos tipos de reglas, aquellas que son
variables, o sea, las que van cambiando de acuerdo con las situaciones que se
presenten o la edad de los integrantes del grupo, y aquéllas que son menos
flexibles, porque la edad de los alumnos no exige que cambien.
Un ejemplo de regla poco flexible sería que cuando una persona habla las demás escuchan, que nunca se utilicen golpes o malas palabras para ofender a otros, o que cada quien respete los gustos de los demás, donde se puede jugar pelota, gritar, correr, etc. Una regla flexible es el uso de material (por el riesgo de cortarse o de ingerirlo, etc.), de los juegos de Jardín de Niños, etc. Lo más importante es que los niños participen en el diseño de las reglas, esto contribuirá a que se sientan involucrados, así mismo se les están dando las bases para que puedan Ir tomando dediciones y estableciendo reglas poco a poco.
Estrategias para fomentar la disciplina
en el aula:
- Evaluar la conducta.
- El ejemplo y la constancia.
- Actitud amable pero firme.
- Inculcar hábitos de orden, cooperación e higiene: planeación.
- Comunicación asertiva.
- Expresión de emociones, pensamientos y sentimientos.
- Mensajes positivos.
- Fomentar el autoestima, afecto, confianza y toma de decisiones.
- Manejo del estrés.
- Ambientación.
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